En esta sección recordamos a algunos que formaron parte de la Familia Espiritual del P. Molina, o la apoyaron, y han partido a la Casa del Padre. Su ejemplo nos estimule a imitarlos.
(n. Cusco, Perú. † Cusco, Perú).
Miembro de los primeros tiempos. Gracias a su generosidad el P. Molina pudo poner la primera sede de su Obra misionera en Perú. El gran aprecio que el P. Molina le tenía se refleja en esta carta que le escribe el 21 de julio de 1970: «Gran alegría me da el comunicarme con Vd. por saberla muy cerca de Jesús sacramentado. Es Vd. para mí como una madre. El Señor me la conserve y haga también muy santa para que con sus oraciones y sacrificios sostenga y lleve adelante a Prodesa…».
(n. Canena, Jaén. España. † Acopía, Cusco, Perú).
Miembro de los primeros tiempos. Destacó por su entrega incondicional a los pobres campesinos quechuas. Falleció de accidente de coche la víspera de Navidad cuando llevaba la cena y los regalos a los niños de la parroquia de Acopía.
(n. Pravia, Asturias. España. † Ogíjares, Granada, España).
En 1967, el convento de Carmelitas Descalzas de Ogíjares (Granada, España) ofreció al P. Molina a la Madre Consuelo de Jesús Longoria como Capellana. Era una persona absolutamente inmersa en Dios. Cumplió con total fidelidad su misión de rezar por nuestra incipiente Obra misionera.
(n. Fitero, Navarra, España. † Madrid, España).
Fue el primer obispo español que aprobó la Obra misionera del P. Molina en España el 7 de octubre de 1975. El P. Molina le tuvo siempre mucha gratitud. Seis meses antes de morir, recordando la fecha memorable de esta primera aprobación, diría: «En este gran día de la Santísima Virgen del Rosario, en el año 75, fuimos a Valencia y Mons. D. José María García Laiguera entró en su despacho y firmó la aprobación, la primera oficial que tuvimos. Y volvimos llenos de alegría a Madrid. Gracias, José María, que ahora estarás en el cielo disfrutando de Dios».
(n. Cádiz, España. † Rosario, Argentina).
Fue coronel, director general de la farmacia del ejército, casado y con ocho hijos. Tras el fallecimiento de su esposa, sin arredrarse por cuestiones de edad, salud o cambio radical de vida ya asentada y recta, decidió hacerse sacerdote, dispuesto a servir a los más abandonados. Se ordenó el 11 de mayo de 1988. Falleció de un paro cardiaco.
(n. El Seibo, República Dominicana. † Sto. Domingo, República Dominicana).
Alma sencilla y muy sobrenatural; con poca formación intelectual, pero con el don de la sabiduría en su actuar. Esposa, madre de cinco hijos y abuela. Supo simultanear sus deberes de familia con una intensa vida espiritual y un gran apostolado. Fue un puntal en los comienzos de la Obra misionera del P. Molina en Santo Domingo. Se encargó de atender la primera sede. Falleció de cáncer.
(n. Moquegua, Perú. † Lima, Perú).
Era de familia numerosa, huérfana de madre desde la adolescencia. Se convirtió pronto en la ayuda de su padre para llevar la casa, atender a sus hermanos y apoyar económicamente. Cuando conoció al P. Molina, tenía un buen puesto de trabajo; lo dejó, así como a su familia, para seguir su vocación. Destacó por su abnegación y fidelidad a la observancia regular, en medio de dificultades y trabajos. Falleció de cáncer.
(n. Ames, La Coruña, España. † Senmanat, Barcelona, España).
Desde 1973 a 1996 fue obispo de Cuenca. Encontraba en el Fundador de Prodein el ideal de rectitud y santidad sacerdotal. El P. Molina le guardó siempre una deuda filial de cariño, admiración y gratitud. Fue siempre protector valeroso del seminario que el P. Molina erigió en Tarancón.
(n. La Ribera, Colombia. † Trujillo, Cáceres, España).
Costurera de profesión. En sus tiempos libres asistía a un grupo de oración de la renovación carismática católica. En 1984, aproximadamente, conoció al P. Molina y sintió la llamada para una entrega mayor al servicio del Señor. Trabajó como misionera en Perú. En Acomayo, ofreció su vida por la conversión de aquellas comunidades campesinas. Poco tiempo después, tuvo un accidente que le provocó una lesión cerebral irreversible. Tras dos meses de coma profundo, fue saliendo lentamente de él y pudo ser trasladada a la residencia de Trujillo en España donde falleció unos años después.
(n. Madrid, España. † Madrid, España).
Padres ejemplares de siete hijos. Supieron hacer del vínculo de amor matrimonial un peldaño para la santidad. Comprendiendo que su Padre Celestial los necesitaba, se lanzaron con verdadero celo de apóstoles a tierras de misión en Perú para ofrecer sus vidas en beneficio de la humanidad doliente. Regresados a España, continuaron colaborando muy activamente en las misiones desde la retaguardia. Ambos fallecieron de cáncer.
(San Juan de Reus, Tarragona, España. † Valencia, Venezuela).
«He aquí que vengo, oh Dios, a hacer tu querer» (Hb 10, 9). Estas fueron las palabras con que el P. Jordi Roca se consagró como Sacerdote del Altísimo, con la misma consagración con que Jesús, Sacerdote y Víctima, se ofreció a su Padre al entrar en el mundo. Y eso fue lo que el P. Jordi vivió desde que, el 29 de septiembre de 1997, fue ordenado Sacerdote para siempre en la Catedral de Ponce, Puerto Rico: una entrega por nosotros en oblación y sacrificio de fragante y suave olor.
(n. San Juan de Reus, Tarragona, España. † Pallejá, España).
Esposa y madre ejemplar de cinco hijos, fue la mujer verdaderamente fuerte que supo arrostrar situaciones difíciles, fija su mirada y su corazón en solo Dios. Ayudó mucho a la Obra del P. Molina desde su humilde pueblecito de Ulldemolins. Su fortaleza y su alegría –le gustaba repetir– estribaban solo en acatar dócilmente la Voluntad divina. Por eso el Padre, viéndose correspondido, no dudó asemejarla a su divino Hijo. La hizo partícipe de su Cruz. Falleció de cáncer.
(n. Valencia, España. † Madrid, España).
Una Hermana humilde, como la Virgencita de Nazareth. Por eso fue una Hermana grande, orgullo de nuestros Fundadores que le tenían sumo cariño por su responsabilidad, su eficacia, su trabajo silencioso, su servicialidad humilde, incondicional. En su sencillez, guardaba en la penumbra la excelsitud de su alma. Ofreció su vida por la Obra misionera del P. Molina cuando atravesaba por una situación muy difícil.
(n. Oaxaca, México. † Cusco, Perú).
Proveniente de una familia pobre, humilde, solamente pudo cursar los estudios primarios. La muerte de su padre la marcó profundamente. Desde ese momento Rosalía, con siete años recién cumplidos, dejó de ser niña para pasar a ser una más en el mantenimiento del hogar. Ya casada, cuando la vida le sonríe y goza de holgura económica, conoce al P. Molina y deja patria, bienes, amigos y se marcha con su esposo y sus seis hijos a las misiones de Cuzco. Allí se hizo cargo de una Granja Escuela en condiciones muy duras. Era un alma de oración. Su principal preocupación siempre fue la de procurar a sus hijos una educación cristiana, transmitirles la fe. Del mismo modo, desempeñó gran celo apostólico con todos los trabajadores que estaban bajo su dirección. Falleció de cáncer.
(n. Lota, Concepción, Chile. † Orocovis, Puerto Rico).
Maestra de profesión. Hizo Ejercicios Espirituales con el P. Molina en 1980 y se entregó incondicionalmente como misionera. Fue pionera de la Obra en Venezuela y en Chile. Mantuvo siempre un admirable espíritu de trabajo y entrega a Dios y a los demás. Siempre sonriente y animosa a pesar de las pruebas más duras. Falleció a consecuencia de un derrame cerebral.
(n. Barquisimeto, Venezuela. † Barcelona, España).
En la trayectoria espiritual de la Hna. Lorena hay una idea que desde el principio la impacta, la impele, la apremia: la santidad sacerdotal. Por sus notas personales se deduce que fue una santa obsesión que cada vez cobraba en ella más fuerza y que la llevó hasta el ofrecimiento total de su vida. Sus Superiores, empezando por el mismo P. Molina, reconocieron en este imperativo la voz de Dios y secundaron esta moción.
(n. Castellar de Santiago, Ciudad Real, España. † Trujillo, Cáceres, España).
Conoció al P. Molina en unos Ejercicios Espirituales en 1971. En junio de 1992, y con permiso de su señor Obispo, viajó a las misiones de Perú. Su destino fue Lima. Llevaba un mes escaso allí cuando se le encomendó el pueblo joven que lleva por nombre Santa María, sito en los arrabales de Lima. Entre cerros rocosos y suelo arenoso se levantan centenares de chozas de esteras, palos y cartones. El 19 de julio de 1992 llega a su nueva parroquia “San Ignacio de Loyola” en San Juan de Lurigancho. La iglesia es una choza grande con las mismas características que las demás casas. Fue el primer misionero que llegó a Santa María. Desde 1996 hasta su muerte estuvo de capellán en la residencia de ancianos de Trujillo.
(n. Santurce, Puerto Rico. † Caracas, Venezuela).
Abrió las puertas al P. Molina para que pudiera fundar en Venezuela en 1980. Colaboró con la organización de la primera tanda de Ejercicios y ofreció su casa para Sede de la Obra en San Bernardino (Caracas). Destacaba por su alegría, don de gentes y generosidad en su entrega. Suavizaba los momentos difíciles; era sumamente atenta con nuestro P. Molina.
(n. Mariscal Cáceres, Huancavelica, Perú. † Lima, Perú).
Miembro honorífico de la FEPM.
Desde que tomó posesión del Arzobispado de Cuzco, en diciembre de 1983, encontró en el P. Molina y su Obra misionera un gran apoyo para su labor pastoral. Llegó a decir: “La labor que cumple Prodein en la arquidiócesis no solo llega a los más pobres entre los pobres, sino que, en la atención a los enfermos, en la enseñanza a los niños, en la caridad a los pobres, conjunta el ejemplar modo de vida de sus miembros, constituyéndose una predicación viva que invita al acercamiento al Señor por medio de nuestra Madre Inmaculada. Bendigo el momento en que el Señor puso esta Asociación misionera en la Arquidiócesis del Cusco”. Respaldó y ayudó siempre al P. Molina.
(n. Madrid, España. † Madrid, España).
D. Álvaro Armada perteneció a una de las familias más importantes de Asturias. Las cinco ramas que la componen tienen unas características que son comunes: austeridad, lealtad, patriotismo y religiosidad. Cuando tenía tres años, falleció su padre, por lo que pasó a ser el VIII Conde de Revillagigedo, IX Marqués de San Esteban del Mar, VI Conde de Güemes, IXX Adelantado Mayor de La Florida, Coronel Honorario de Artillería y Grande de España. Pero la mayor nobleza residía en su alma. Ya casado y con seis hijos, hizo Ejercicios Espirituales con el P. Molina en 1980. Quedó, desde un principio, comprometido con la Obra. Ofreció un piso para instarla la sede en Asturias y, poco después, se ofreció a sí mismo. Al entrar en la asociación fundada por el P. Molina rehusó a todos los privilegios que tenía y asumió como propia la condición más humilde. Se dedicó por entero al servicio de Dios en oficios sencillos. Su gran amor a la Obra y a su Fundador no lo desmentiría nunca.
(n. La Mafalla, Asturias, España, † Pozuelo, Madrid, España).
Miembro honorífico de la Familia Espiritual del P. Molina.
De origen humilde, fue el cuarto de 13 hermanos. Convertido en unos Cursillos de Cristiandad a los 28 años, su cultura le fue llegando del trabajo autodidacta realizado en sus 13 libros publicados de prosa y poesía. Asimismo, escribió en periódicos y revistas miles de artículos y cartas. Fue gran admirador del Fundador Padre Rodrigo Molina, colaboró en sus misiones y apostolado con 128 niños apadrinados. Amante de la Iglesia Católica y de los pobres, pasó su vida haciendo el bien.
(n. Molinos, Teruel, España. † Barcelona, España).
La caracterizó, desde niña, su tesón y constancia, así como una salud quebradiza. Durante su juventud se dedicó por completo a la vida laboral. Trabajó en varias empresas hasta que, a los 40 años, tuvo que dejar el empleo por motivos de salud. Fue entonces cuando entró en escena el Señor. Conoció un grupo de oración donde se rezaba el Santo Rosario. Se consagró a la Virgen y, poco tiempo después, conoció la Obra misional del P. Molina y se adhirió a ella como miembro. Después de ser probada por dos cánceres, que logró superar, y la enfermedad de fibromialgia aguda, falleció finalmente de un melanoma. Sufrió mucho y todo lo ofreció al Señor con gran fortaleza de alma.
(n. Santiago Cerro, República Dominicana. † Nueva York, EE.UU.)
Miledys llevaba una vida buena, pero no santa. En 1987 hizo Ejercicios Espirituales con el P. Molina, tomó en serio lo que Dios le pedía y comenzó a avanzar en la vida espiritual sin retrocesos. Fue una mujer inteligente, disponible para todo, aplicada a la oración, desprendida en lo material. Fue “incorregible” en su entrega y olvido de sí hasta agotarse. Tenía el arte de hacer mucho, pero sin llamar la atención y sin desatender a su esposo e hijos. Destacó muy especialmente en la caridad. Se “complicó” la vida ayudando a los demás. Había en ella una sensibilidad especial para captar el problema, la necesidad del otro y poner una solución. La vida de Miledys fue una vida llena. El prototipo de un casado santo. Un testimonio sublime de cómo el Evangelio se puede vivir plenamente en todos los estados. Un ejemplo palpable de que el P. Molina no fue un soñador, sino que lo que Dios le pidió, lo que él deseaba para los miembros de la rama matrimonial es posible, se puede vivir. Ella lo vivió en grado heroico. En Miledys triunfó el P. Molina.
(n. Santa María, Huila, Colombia. † Madrid, España).
Su existencia se podría describir en tres palabras: “Amor sin límites”. Éste fue el lema que ella escogió. Y es que éste fue, realmente, el resumen de su vida. Salida de una familia sencilla y trabajadora, que practicaba su fe, aprendió de sus padres la constancia y el tesón para la lucha diaria y la confianza sin límites en la Providencia. De ellos heredó la fortaleza, la tenacidad y el espíritu emprendedor que tanto la caracterizaron. Estudió administración de empresas y llegó a ser una gran gerente, con dos guardaespaldas, en una empresa importante de peaje. Todo lo dejó, incluso su vida independiente que tanto valoraba, por seguir al Señor literal, incondicional e irreversiblemente. Ingresó en la Obra misionera del P. Molina en el año 2007. Un cáncer, llevado con fortaleza admirable, segó su vida en breve. Todo lo ofreció por la santidad de los sacerdotes.
(n. Bs. As., Argentina. † Bs. As., Argentina).
Sucesora de la Hna. Josefina Serrano como Presidente General Adjunto del Sector Femenino.
Su vida fue una continua y abnegada fidelidad al Evangelio, como había aprendido de sus Fundadores. Tuvo por ello que sufrir constantes contradicciones. Pero ella se mantuvo firme en defender siempre la verdad. Cuando estaba de por medio la gloria de Dios, no reculaba.
(n. Buenos Aires, Argentina. † Bogotá, Colombia).
Tuvo una infancia feliz, se crio en familia rodeada de sus hermanos y primos de una forma muy sana, pero sin fe. A los 22 años contrajo matrimonio. Su posición social subió. Los negocios de su esposo prosperaron mucho y empezó a llevar una vida de lujo, de viajes y sin Dios. A los 47 años enviuda y pierde en pocos años toda la herencia que le había dejado su esposo, valorada en un millón de dólares. Dios se sirve de este dolor para acercarla a Él. Hace unos Cursillos de Cristiandad y los 52 años recibe su Primera Comunión. Poco después conoce la Obra del P. Molina y se entrega totalmente como Hermana, conviviendo con algunas de sus nietas que también pertenecían a la Comunidad Femenina.
(n. Sevilla, España. †Trujillo, Cáceres, España).
La Hna. Elena se consagró a Dios con alma, vida y corazón. En 1977 hizo Ejercicios Espirituales con el P. Molina y comenzó a colaborar con su Obra. Era alegre, simpática, dicharachera, servicial, muy espontánea y con mucho don de gentes. Su gran deseo era entregarse a Dios en vida de clausura. Dios le pidió unos cuantos años de vida activa en Acomayo (Cuzco). Alma incansable, de celo infatigable. Hizo un bien inmenso a los campesinos. En 1997 formó parte de la comunidad contemplativa fundada por el P. Molina en Puerto Rico (Hilasterio). Posteriormente, fue traslada al Hilasterio de Capellanías (Cáceres, España). A pesar de su avanzada edad, más de 90 años, seguía en todo a la comunidad. Trabajaba con mucho esmero en la cocina y en costura. Siempre con una sonrisa. Sus últimos años, ya impedida, dedicaba largas horas a la oración.
(n. Peralta, Navarra, España. †Trujillo, Cáceres, España).
Tuvo una infancia muy dura. Fue el pequeño de 9 hermanos. A los 5 años perdió a su madre; y a los 9, a su padre, por lo que fue internado en un colegio de los Franciscanos en Madrid. En 1963 se casó con Nieves Stuain, una joven de gran virtud que le hizo la vida muy feliz. Tenían una buena posición social. Pero todo lo dejaron para servir al Señor una vez que conocieron al P. Molina en unos Ejercicios Espirituales en 1990. Donaron su casa a la Obra y ellos se fueron a vivir a la Residencia de Trujillo donde desempeñaron una labor encomiable con los ancianos allí recogidos. Era muy piadoso y ofrecía todos sus sufrimientos al Señor.
(n. El Cairo, Valle del Cauca, Colombia. †Trujillo, Cáceres, España).
Fue una vocación tardía. A sus 51 años, en 1984, el P. Argemiro entró en el Seminario de Tarancón bajo la dirección del P. Molina. Se adaptó muy bien a las exigencias de su nueva vida. Él estaba siempre alegre, humilde, sabía sacar humor de todo. Una vez finalizados sus estudios, se ordenó sacerdote en 1987. El P. Argemiro estuvo siempre disponible para todos los apostolados que le pidiesen. Era obediente, sacrificado. Sus últimos años los pasó en la residencia de Trujillo.
(n. Marinilla, Antioquia, Colombia. † Madrid, España).
Nació en el seno de una familia muy numerosa. A temprana edad sintió la llamada a la vida religiosa, pero, siguiendo el parecer de los que tenían autoridad sobre ella, se casó y tuvo dos hijas. Estuvo involucrada en varios ministerios de la Iglesia. Era ministra de la Eucaristía. En 1994 falleció su esposo. Como viuda, volvió a sentir la llamada a la vida religiosa y se unió a la comunidad de Hermanas de PRODEIN en 2017. Destacó por su gran humildad y dulzura en su trato.
(n. Santander, España. † Trujillo, España)
“Entré en la asociación para
Ser Feliz”.
Así se expresaba la Hna. Inés Avendaño en una entrevista publicada hace varios años y, sin lugar a dudas, este fue el lema que enmarcó toda su vida. Vamos a verlo.
Su partida nos ha dejado un vacío muy grande, pero ahora su amor hacia nosotras es ya un amor perfecto; su presencia espiritual, pero viva. A ella le pedimos que ruegue por cada una de nosotras y que, cuando llegué el momento de nuestra muerte, le pidamos al Señor: “Mándanos ir a Ti”. (Mt 14,28)
(n. Perú. † Venezuela).
La Hna. Elvia fue la segunda de seis hermanos. Nació en la ciudad de Trujillo (Perú) y vivió en Lima, donde conoció la Obra del Padre Molina. Aunque ya era mayor, contaba 51 años, decidió entregarse totalmente a Dios y realizar un deseo que llevaba muy dentro del corazón desde hacía ya bastante tiempo: ser misionera. Su carácter bondadoso, asequible y risueño hacían de ella una persona especial, se hacía querer y ella aprovechaba estas cualidades y trataba de ser instrumento para llevar a todos al encuentro con Dios. Era muy apostólica, sabía dar el consejo adecuado en el momento oportuno. Hacía mucha penitencia, a pesar de sus años y de las enfermedades que la aquejaban, y una parte de esos sacrificios la ofrecía expresamente por los sacerdotes. Estuvo misionando en varias comunidades campesinas y en la misma ciudad de Cuzco, pero los últimos años de su vida misionera los pasó en Venezuela. El día 11 de noviembre, volviendo de la ceremonia de 25º aniversario de un sacerdote de la misma Familia Espiritual, falleció en un accidente, que fue la circunstancia en que Dios la llamó a entrar a la Patria del cielo.
(n. Argentina. † Venezuela).
Edelmira Beatriz nació el día de la Virgen de Lourdes, el 11 de febrero de 1960 en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). En el mes de junio del año 1992, a los 32 años de edad, se unió a la comunidad de hermanas, a las que llegó a amar entrañablemente, prodigándose en todo momento y poniendo a disposición sus capacidades. Ejerció su labor misionera en varios países: España, Argentina, Venezuela, entre otros. Luchó mucho para limar ciertos rasgos de su carácter y que así pudiera brillar mejor la caridad de Cristo en ella. Era devotísima de San José. En el servicio, sacrificio y oración por los sacerdotes, detallista y abnegada. Es significativo que el mismo día de su muerte haya sido el de la celebración del 25º aniversario de uno de los sacerdotes de la Familia Espiritual del Padre Molina, en cuyos preparativos había estado ocupada los días previos con gran empeño y amor. Junto con las Hnas. Elvia y Dolores, falleció el día 11 de noviembre de 2023 en un trágico accidente en la carretera que conduce de Valencia a Caracas, cuando viajaban de regreso a la comunidad donde residían.
(n. República Dominicana. † Venezuela.
Dolores Ramírez Sánchez nació en la ciudad de Bánica (Republica Dominicana) el día 18 de marzo de 1937. Sus padres, de condición humilde, solo pudieron hacerla estudiar hasta 1º de Primaria. A pesar de haber sufrido mucho durante su infancia y juventud, la Hna. Dolores destacaba por su alegre y acogedora sonrisa. En el año 1978 viajó a Venezuela en busca de trabajo y fue allí donde conoció la Obra y espiritualidad del Padre Rodrigo Molina, de la cual quedó prendada. Quienes la conocieron bien, recuerdan su sencillez y humildad, su laboriosidad, obediencia y celo apostólico. Su labor misionera se desarrolló únicamente en Venezuela y allí, a los 86 años de edad, un trágico accidente puso fin a su preciosa vida de entrega a Dios y a los más necesitados.
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