Breve reseña del P. Jordi Roca Bessó 

Jordi Roca Bessó nació en Ulldemolins (Tarragona) el 16 de agosto de 1967. Fue educado en el seno de una familia ejemplar. Su virtuosísima madre, Dña. Teresa, siempre rogaba a Dios por su hijo. Sin embargo, al despertar su juventud, se alejó de Dios. Realizó diversos estudios y oficios, pero ninguno le satisfizo. No encontraba su vocación. Está lleno de inquietudes. A los 20 años decide viajar a Nepal. Allí, pensó, encontraría la respuesta a los interrogantes que le inquietaban porque, con todo, no había perdido la conciencia de Dios. Mas el Señor, providente, cortó sus pasos. Llega a Bulgaria y no le dejan pasar a Turquía. Las fronteras se le cierran. Desalentado, reemprende el camino hacia casa. Un año y medio después, guiado sin saberlo por Aquél a quien buscaba, leyó en el periódico el testimonio de una misionera de Prodein y asistió a una tanda de Ejercicios Espirituales. La tarde de la clausura ya no era el mismo. Atrapado por los lazos del amor divino, vuelve al Señor: descubre su vocación e ingresa en el Seminario. 

En 1997, tras su etapa formativa en la que sobresale por sus virtudes y amor a la Santísima Virgen, fue consagrado presbítero en Puerto Rico. Su primer destino lo ejerció como vicario parroquial en Ponce (Puerto Rico). Al año siguiente fue destinado al Cuzco. Será aquí donde su ardiente caridad y celo apostólico se realizarán completamente junto a sus preferidos: los más pobres. Llegará a visitar, en un año, más de cincuenta comunidades andinas. Con todo, no dejará sus tres y hasta cuatro horas cotidianas de oración junto al Sagrario. Es cuando el Señor, aquilatando la generosidad de Jordi, va a pedirle muy pronto un nuevo destino: Los Superiores lo envían a Central Tacarigua (Venezuela).

Jordi da de inmediato su Sí. Esa misma mañana, se había ofrecido en el altar de su Misa privada como VÍCTIMA.

Ya en Venezuela, se entrega con denuedo a su nueva Parroquia en Tacarigua donde sobresale por su fervor y alegría. Ofrece su vida por sus feligreses. El Señor lo acepta. Solo cuatro meses y la víctima sería consumada. De camino a Caracas, un accidente de tráfico rubricó su ofrecimiento victimal el 7 de febrero de 2000.

Víctima en la Divina Víctima del Calvario, perfecto obediente hasta la total entrega y sacrificio de sí por el amor. Aquí estuvo, como en Jesús, el alma del Sacerdocio del P. Jordi Roca.   

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«Durante el año que he pasado en el Perú, le decía a Jesús Sacramentado: “Te pido 40 años en el Perú, dame, Jesús, 40 años trabajando entre los más pobres y miserables, entre los más machacados, entre los más necesitados. No me importa el trabajo, no me importa el sacrificio, lo único que me interesa: glorificar tu Santísimo nombre, santificarme y santificar este pueblo”. No te puedes imaginar el dolor de dejar a mis pobres, es como si me arrancaran el corazón…».

«Salir de Cuzco… Hay que salir de Cuzco como salió Abraham. ¡Abraham, sal de tu tierra! Usted, Padre Molina, me preguntó: ¿Qué le parece?... Hágase la voluntad de Él, no la mía. “Fiat voluntas tua”. Hay que hacer la voluntad de Dios, nada más. Tengo los ojos fijos en el Crucificado, ¿cómo voy a decirle que no?».

«¡Oh, Padre mío! Acabo esta carta dando gracias a Dios por haberme otorgado la gracia de ser peregrino por este mundo, desasiéndome de todo por apoyarme en el que es El Todo… Dios quiera que no le defraude y lo siga donde Él quiera, como Él quiera, hasta el fin».

 (De los escritos del P. Jordi Roca, L.D.) 

Oración para la devoción privada:

Por la señal. Acto de Contrición.

Cristo Jesús, que, en la vida y enseñanzas del Padre Jordi Roca, nos has dejado un preclaro testimonio de tu sacerdocio victimal. Te rogamos que, imitando sus ejemplos de perfecta obediencia a tu Voluntad y de amor y entrega hasta el sacrificio de sí, lleguemos a ser fieles instrumentos tuyos -almas víctima-, para la extensión de tu Reino y salvación de las almas.

Dígnate glorificar al Padre Jordi Roca y concédenos la gracia que te pedimos por su intercesión... (pídase la gracia) si es para tu mayor gloria y bien de nuestras almas. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

De conformidad con los decretos del Papa Urbano VIII, declaramos que en nada se pretende prevenir el juicio de la autoridad eclesiástica, y que esta oración no tiene finalidad alguna de culto público.

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